Es domingo de este final de octubre que parece verano. Nos han cambiado la hora esta noche y no sabemos muy bien cuándo hay que almorzar hoy (¿a las 9? ¿a las 10? ¿a las 11?). Nos dirigimos al Bar El Cubo de Venta del Moro, popularmente también denominado "Los Ranas" por el apelativo familiar de los propietarios que llevan muy a gala (como debe ser). Miguel nos ofrece un revuelto recién hecho de patata, huevo y ajo que es una trilogía que no suele fallar para un almorzador compulsivo. Como ya sabéis de mi apetito voraz, decido empanar el revuelto y añadirle dos longanizas de la tierra. Así queda el medio bocadillo (medio, porque la noche anterior había sido un poco subida de tono).
Ahí lo tenéis. Como veis no va de vacío y eso que es sólo "medio" bocadillo.
Os coloco una foto más:
Se acompaña el suculento bocadillo, con un pan crujiente, encurtidos y vino rosado de la Cooperativa de Venta del Moro. También se puede acompañar de vino tinto, pues el condumio lo exige.
Se habla, se come, se bebe y se culmina con un café fuerte, típico en todos los bares de Venta del Moro que huyen de los cafés aguachados urbanitas. ¿Se culmina? ¡No! que falta un buen orujo de hierbas frío para una buena digestión.
Bien almorzados, hacemos ruta hacia uno de los más singulares monumentos naturales de Venta del Moro, que posee un término bellísimo y extenso: las Hoces del Cabriel.
Os dejo con una fotografía. El domingo almorzamos, mañana Dios dirá.
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